“Si crees que puedes hacer algo, ya tienes medio camino recorrido” Theodore Roosevelt.
"Optimus” es el
superlativo irregular de “bonus” y
su raíz “ops-opis” significa riqueza
-de ahí también la opulencia-, por lo tanto, etimológicamente “optimista” es
aquel que se coloca en aquella situación que le permite tener los mejores
recursos y riquezas. Esto resulta muy interesante.
El optimista es el que decide situarse en una perspectiva desde la
cual se ven más posibilidades ante la realidad y, por tanto, es la perspectiva
que más nos empuja a la motivación y a la acción.
No se trata de vivir en una ilusión continua que nos haga pasar
por alto la realidad ni los posibles peligros o fracasos, sino de no
autodestruirnos con argumentos letales cuando llegan las adversidades. Se debe
evitar ante todo esa actitud de indefensión ante los problemas: esa terrible
creencia de que hagas lo que hagas no puedes interferir sobre ellos.
En general, copiamos bastante los modelos heredados de nuestros
padres y maestros pero, como todo en la vida, al final ser optimista es fruto
de una decisión y , por lo tanto, de nuestra voluntad. De hecho, si seguimos
jugando con su etimología también podemos ver la “optio” en su raíz, es decir:
la opción, el empeño, la decisión.