“Si crees que puedes hacer algo, ya tienes medio camino recorrido” Theodore Roosevelt.
"Optimus” es el
superlativo irregular de “bonus” y
su raíz “ops-opis” significa riqueza
-de ahí también la opulencia-, por lo tanto, etimológicamente “optimista” es
aquel que se coloca en aquella situación que le permite tener los mejores
recursos y riquezas. Esto resulta muy interesante.
El optimista es el que decide situarse en una perspectiva desde la
cual se ven más posibilidades ante la realidad y, por tanto, es la perspectiva
que más nos empuja a la motivación y a la acción.
No se trata de vivir en una ilusión continua que nos haga pasar
por alto la realidad ni los posibles peligros o fracasos, sino de no
autodestruirnos con argumentos letales cuando llegan las adversidades. Se debe
evitar ante todo esa actitud de indefensión ante los problemas: esa terrible
creencia de que hagas lo que hagas no puedes interferir sobre ellos.
En general, copiamos bastante los modelos heredados de nuestros
padres y maestros pero, como todo en la vida, al final ser optimista es fruto
de una decisión y , por lo tanto, de nuestra voluntad. De hecho, si seguimos
jugando con su etimología también podemos ver la “optio” en su raíz, es decir:
la opción, el empeño, la decisión.
Martin Seligman, padre de la psicología positiva, se dedicó a estudiar cuáles son
esos recursos y riquezas que el optimismo nos ofrece y obtuvo estos datos sobre
los optimistas:
- · Son más resistentes al fracaso.
- · Se recuperan mucho más rápidamente de las adversidades.
- · No se rinden fácilmente.
- · A igual talento que otros, ellos triunfan más.
- · A nivel de salud: mejora el sistema inmunitario y previene enfermedades.
- · Son menos proclives a las depresiones.
- · Se cuidan más: van más al gimnasio, hacen más dietas…gracias a su espíritu de “you can do it”.
Mantienen un saludable diálogo interno que les lleva a asociar los
sucesos exitosos de sus vidas a causas permanentes y personales . Por el contrario,
achacan los sucesos negativos a causas temporales y ajenas a su persona.
¿Qué desventajas
tiene un optimismo excesivo?
El exceso de entusiasmo te puede llevar a juzgar mal qué control
tienes sobre la realidad, así que un pequeño tinte de pesimismo no va mal para
prevenir potenciales desastres. Se recomienda un optimismo inteligente.
¿Es posible cambiar
nuestro diálogo interno para ser más optimista?
Sí, el optimismo se aprende. La terapia cognitiva-conductual nos
enseña a identificar ese diálogo interno negativo que nos lleva a la
indefensión y al pesimismo.
El primer paso es observar qué nos decimos a nosotros mismos ante
la adversidad, y qué creencias esconde ese discurso. En función de lo que
pensemos, actuaremos de una manera u otra. Lo más importante para frenar un
diálogo pesimista es hacerse consciente de esas explicaciones, sus creencias y
las consecuencias que tienen.
Ser optimista sólo depende de ti, lo único que te impide serlo,
eres tú mismo y el mejor momento para empezar a serlo es ahora.
IDEAS PARA RECORDAR:
El optimismo es la perspectiva que más nos empuja a la motivación
y a la acción.
El optimismo se elige y se puede aprender.
El optimista se caracteriza por tener un discurso interior
positivo hacia sí mismo: ni generaliza ni se culpabiliza de las adversidades.
Mejora nuestra salud, nos hace más resistentes, nos protege frente
a la depresión y nos da más opciones para el éxito.
Para mejorar nuestro discurso interior debemos observar nuestra
cadena de cognición: qué nos decimos, qué pensamos, cuáles son nuestras
creencias y qué consecuencias tiene nuestras decisiones.
El único obstáculo para ser más optimista eres tú y el mejor
momento para empezar es ahora.
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