“Da más fuerza sentirse amado que saberse
fuerte” J.W.Goethe.
Esta vez, mientras reflexionaba sobre
ellas, no he podido evitar irme a las pasiones amorosas.
Alguna vez había escrito que tu pasión
será tu amor. Y ahora pienso que tu amor tiene que ser apasionado. Cuando utilizo
este término no hablo de amor posesivo, ni castrante, ni celoso, ni nada de eso
que dé lugar a dar o recibir maltrato… ¡obviamente!
A lo largo de la historia, las
sociedades han promocionado distintas maneras de entender el amor: porque no se
refieren a lo mismo el “amor cortés”, “el amor barroco”, “el amor ilustrado” o
el del Romanticismo.
En la sociedad actual, fofa e insulsa,
calificada de “Modernidad líquida” por
el sociólogo Zygmunt Bauman, se ha
dejado de promocionar el amor pasional. Ahora se lleva algo muy aséptico que nos
proporciona ciertos placeres y que no nos da muchos problemas. Sé que no puedo
generalizar, pero vemos con muy buenos ojos la idea de los amigos con derecho a
roce. No es que me parezca moralmente mal, ni que no le vea sus ventajas, ni mucho menos. Simplemente es que
al lado de un amor de verdad, ese tipo de relaciones me parecen un solemne aburrimiento,
por su baja intensidad. Eso sí, así te aseguras que no habrá tormento, que no
habrá pasión, que no sufrirás.