“Quien tiene un
‘porqué’ para vivir, encontrará casi siempre el ‘cómo´” F. Nietzsche
En
circunstancias normales todos tenemos lazos sólidos que nos unen a la vida. Yo
lo percibo en el amor de los padres a sus hijos, en artistas que respiran arte,
en maestras vocacionales, en escritores que no viven si no escriben, en
empresarios que vibran con sus negocios o en personas que se desviven por los
más desfavorecidos...
Viktor
Frankl fue un psiquiatra que sufrió durante varios años los horrores de un
campo de concentración. Allí esos lazos con la vida eran muy difíciles de
sostener porque las circunstancias le privaron de todo: su familia, su
profesión, sus pasiones, su ropa, su pelo, su nombre… en definitiva, le
privaron de su dignidad y de su ser. Y sin embargo, él y muchos compañeros se
pudieron mantener a flote. Fue en esa situación extrema donde el psiquiatra
tuvo una experiencia excepcional: allí descubrió la sorprendente fuerza de dar
un sentido a lo cotidiano.
Observó que a falta de esos grandes motivos que te atan a la vida, todos ellos se agarraron a nimiedades que les permitieron sobrevivir. Igual que se lo permitía la escasísima dieta con que se alimentaban.
Explica Victor Frankl -en su libro “El hombre en busca de sentido”- cómo, por ejemplo, daba sentido a sus actividades, la posibilidad de acumular cupones para conseguir cigarrillos que a su vez eran intercambiados luego por raciones de sopa. O cómo le ocupaba el día provechosa y satisfactoriamente, reunir migas de pan para un compañero enfermo. También subraya como un aporte decisivo a sus ganas de vivir, su empeño en reescribir el manuscrito que le requisaron nada más llegar. La recuperación de sus escritos se convirtió para él en algo vital. Sobre este empeño se montó un plan de futuro que fue determinante para mantener un estado emocional que le asegurase la supervivencia.
Allí
descubrió que nos pueden robar casi todo menos la actitud con la que uno se
quiere enfrentarse a lo que le sucede.
A partir de sus
experiencias en el Campo de Concentración, que confirmó luego en su consulta,
descubrió que urdiendo con destreza estos lazos que nos apegan a la vida, -a
pesar de que el sufrimiento, la enfermedad y demás contratiempos de la vida nos
hayan dejado tan sólo esas motivaciones tan tenues, desdibujadas y borrosas-,
podemos construir un estructura coherente y significativa para seguir adelante.
En esta idea basó su logoterapia.
Esta experiencia muestra
que, en circunstancias muy duras, dotar de significado a lo cotidiano,
focalizarse en pequeños logros diarios nos da ánimos y fuerza ante la
adversidad. También, tener un objetivo claro por pequeño que sea nos da energía
y nos permite sobrellevar mejor los esfuerzos del camino. Es decir, Frankl
encarnó a la perfección la célebre frase de Nietzsche “Quien tiene algo por qué
vivir, es capaz de soportar cualquier cómo".
Es cierto que estas
metas de futuro hacen surgir una tensión en nosotros, porque nos impulsan hacia
algo que no tenemos; pero Frankl vio con claridad que esta tensión nos puede
asegurar la salud mental.
Pues bien, si esas minucias como juntar cupones o recoger migas ayudaron al
célebre psiquiatra a mantenerse a flote en una situación insostenible, mucho
más nos han de ayudar a nosotros tener grandes objetivos, grandes metas,
capaces -con toda seguridad- de darle alas a nuestra vida.
IDEAS PARA
RECORDAR:
Todos
tenemos lazos fuertes que nos unen a la vida. Si se resquebrajan, debemos
reconstruirlos para seguir adelante.
Tener una
causa por la que vivir nos llena de una energía invencible.
Concentrarse
en pequeños logros diarios nos da ánimos y fuerza ante la adversidad.
Nos pueden
robar todo menos la actitud con la que nos enfrontamos a las dificultades.
Focalizarnos
en la meta, nos permite sobrellevar mejor los esfuerzos del camino.
Los grandes objetivos dan alas a nuestra vida.
Foto: MarCruzCoach
Foto: MarCruzCoach
Hola Mar,tienes toda la razón del mundo.Pero en la sociedad en que vivimos nos es muy difícil conformarnos con pequeños logros diarios.Siempre queremos y a veces se nos exige más.
ResponderEliminaryop.
Tenemos que intentar que las exigencias vengan de nosotros mismos y no impuestas aunque es inevitable que las circunstancias nos influyan. El caso es tener siempre objetivos: sean más o menos grandes, más o menos ambiciosos. La idea es avivar nuestra vitalidad lo más posible. Gracias por tu comentario.
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