LA MUJER: SER HABLADOR, SER SOCIAL, SER POLÍTICO.
"No existe ninguna estrategia de desarrollo eficaz en que no se reserve a la mujer un papel protagonista." Kofi Annan.
Parece increíble que tengamos que celebrar el día de la mujer,
pero así es. Quizás no está mal pensado: celebrar simplemente lo que uno ES,
sin más.
No me gustan los victimismos pero por solidaridad con muchas
mujeres de este mundo a las que minusvaloran, pagan menos, menosprecian,
acosan, utilizan, maltratan, esclavizan, violan, matan… por el mero hecho de
ser mujeres, tengo que denunciar aquí que eso pasa y que la mujer no ha
conseguido los mismos derechos que los hombres.
Esto sucede porque, como bien decía Simone de Beauvoir, a la mujer
se la trata como hembra y no como ser humano. Eso sigue siendo así a día de hoy
en la mayor parte del planeta. No obstante, quizás lo que quisiera reivindicar
aquí es que claro que somos personas, lo somos porque somos mujeres.
Quiero decir que nadie sabe dónde acaba la hembra y dónde empieza
la persona. Y pienso que puestas a reivindicar, mucho mejor reivindicar a la mujer
entera y no sólo a la persona. Y lo digo porque ser mujer es un valor, un gran
valor.
Aristóteles definió al ser humano como “zóon loguikón” animal dotado de palabra, de
discurso, ser hablador. Es cierto que “logos” también tiene la connotación de
“racional” pero el hincapié que se ha hecho en traducirlo exclusivamente como ser
racional y razonador es, posiblemente, un añadido sospecho.
Pero, como decía, si “ser hablador” es lo que define al ser
humano, eso es precisamente algo que sabemos hacer muy bien las mujeres:
hablar. Nos encanta conversar, compartir, soñar, dialogar, estar con
gente, convivir, contar historias, relatar lo que nos ha sucedido… Y esa
capacidad de conversación no la podemos perder, tenemos que restaurar lugares
de encuentro entre mujeres para que
podamos hablar.
El gran filósofo griego también dijo que el ser humano es un “zóon
politikón”, un animal político y teniendo en cuenta que la política es el arte
de saber asociarse-congregarse, ésa es también una capacidad especialmente
femenina. Quizás por eso diga B.Young que "si educas a una mujer, educas a una generación."
Hablar y crear sociedad nos hace profundamente humanas y
profundamente mujeres. Del diálogo sólo vienen cosas buenas: te aligeras de los
problemas, observas otros puntos de vista, sientes el calor humano, fomentas la
reflexión y la comprensión de los demás, surgen ideas nuevas, aprendes de los
demás, te ríes, te alegras y sientes que compartes la vida.
Para reivindicar ese diálogo es importante saber que hay muchas
maneras diferentes de ser mujer, que no nos podemos estar mirando con recelo
unas a otras a ver cómo ejercemos nuestra feminidad: que todas valen, que todas
son importantes, que todas son necesarias y que todas aportan valor al mundo.
También cabe pedir y agradecer a los hombres que nos miren como mujeres.
Sin su comprensión y el esfuerzo que ésta les pueda suponer, nunca cambiaremos
la sociedad. Igual que para educar necesitamos a toda una tribu, de igual forma
necesitamos a la tribu entera para liberar a la mujer de sus cadenas. Empecemos
nosotras mismas y hagámoslo hablando, creando discurso, que es lo nuestro,
nuestro gran don y nuestro tesoro. Pongamos al mundo a hablar.
Está bien celebrar lo
que uno ES.
Debemos seguir
comprometidos contra la discriminación de las mujeres.
Reivindiquemos a la
mujer entera: su feminidad y su persona porque son dos conceptos indisolubles.
La mujer se ajusta
especialmente a la definición por excelencia del ser humano: como ser hablador,
dotado de la capacidad de discurso y como ser político por su capacidad de
asociación.
Para liberar a las
mujeres de sus cadenas necesitamos a toda la tribu.
Pongamos al mundo a
hablar.
Foto: nouvelles images, Keystone
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