lunes, 21 de septiembre de 2015

NO TE RINDAS, LO MEJOR ESTÁ POR VENIR


Esto es lo que se podía leer este verano en las servilletas de papel de todos los bares de un pueblo costero de Cantabria y sinceramente: ¡te animaba el día!

Al leerlo, mi corazón se alegraba y sin darme cuenta se disparaba mi imaginación y  mis ganas de acción. Segundos después, mi mente -que siempre es un poco más lenta- me hacía saber que las posibilidades de que eso fuera verdad, eran muy pocas: porque aspirar a lo mejor cuando has pasado el ecuador de tu vida no parece razonable.

Y entonces, como siempre, me puse a reflexionar.
¿Por qué necesitamos oír esas cosas?, ¿por qué nos gusta oírlas?, ¿por qué deseamos creerlas?, ¿por qué nuestros corazones reaccionan tan positivamente a ellas aunque nuestra mente no esté muy convencida?

Pues porque somos humanos , seres esencialmente emocionales, y porque mantener una mirada poética y optimista de la realidad es lo único que puede transformar el sentido de lo que nos pasa y elevar nuestro ánimo.

No sé si parece razonable creerlo, pero sí parece inteligente dejarse seducir por una idea así: porque nos recuerda que hay que seguir luchando y que podemos transformar el sentido de aquellas cosas que nos suceden.

La idea es muy buena porque insiste en la perseverancia e invita al optimismo: dos cualidades imprescindibles para ir por la vida. Esto es lo que hizo Víctor Frankl en el campo de concentración: nunca perdió de vista su meta -aunque los indicios no eran muy favorables- creyendo siempre que volvería a dar clases en la universidad y además, durante su encarcelamiento reescribía con perseverancia el manuscrito que le fue requisado nada más entrar.

Al reflexionar sobre esta idea, se me ha hecho evidente algo que puede parecer obvio, y es que el optimismo requiere de la Fe o de una profunda confianza en el futuro. Sin fe pocas veces tiraremos adelante por la vida. Mi admirado Stefan Zweig lo expresa de una forma mucho más literaria: “Nunca ha sobrevenido un milagro a alguien que no lo haya esperado fervientemente en su interior durante mucho tiempo” y concluye diciendo “el milagro es el hijo predilecto de la fe”.

Una forma muy poética de expresar unas actitudes que apuntan a otra cualidad que hoy en día está en boca de todos y que solemos expresar en inglés: la importancia de ser “resilient”:resistente ante las adversidades para no desfallecer en el camino y conseguir tus objetivos.

Tenemos que estar preparados para “caernos siete veces y levantarnos ocho” como dice un proverbio japonés. Con confianza plena en nuestras metas y sin renunciar jamás a nuestros sueños; porque entonces estaríamos renunciando a ser nosotros mismos. “No importa lo lento que vayamos, lo importante es que no nos paremos” como muy sabiamente nos recuerdan las palabras de Confucio.

Las servilletas cántabras nos dan la clave: no rendirnos y mantener con optimismo la visión clara de lo que queremos. Así que seguiré dejando que mi corazón se alegre al leer esta frase aunque mi mente tenga dudas; y es que el optimismo requiere de la inteligencia, de mucha inteligencia para ser capaces de imaginarnos un futuro diferente y mejor. ¡Lo mejor!, que con toda seguridad… está por venir.

IDEAS PARA RECORDAR:

Podemos transformar el sentido de lo que nos pasa manteniendo una actitud optimista.
Dos cualidades imprescindibles para ir por la vida: optimismo y perseverancia.
No renuncies a tus sueños, porque estarías renunciando a ti mismo.
“Cáete siete veces, levántate ocho” proverbio japonés.
“No importa lo lento que vayas, lo importante es no parar” Confucio
El optimismo requiere de la fe y la confianza y de muchísima inteligencia.

Foto: MarCruzCoach







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