“Malgasté el tiempo. Ahora el tiempo me malgasta a mí.”
William
Shakespeare
Solemos claudicar en un proyecto
por pensar que ya vamos tarde, seguramente porque nos consideramos mayores para
empezar de principiantes en alguna nueva actividad. Recuerdo como si fuera
ahora mismo el día que fui a probarme el vestido para la boda de mi hermana. La
dueña de la tienda me contó que se había quedado viuda con cuarenta y dos años
y que en ese momento pensó que se le había acabado la vida. Tras decir esto me
miró y me dijo: Pero, ¡claro que he tenido vida y no una, sino muchas! Por
aquella época, yo tenía veintitrés años y no acababa de entenderla pues yo
tenía la eternidad por delante, aún pensaba que la vida, la única… era
larguísima, pero me impactó tanto su tono que se me quedó grabada la escena.
Ahora ya voy comprendiendo a la
señora y su sensación de que no tenemos suficiente tiempo para empezar
algo nuevo. Pero nos vale la pena su experiencia de que sí, de que hay tiempo,
de que se pueden hacer muchas cosas.
Mi maestro Sensei, que habla
hasta latín, siempre dice: “Sub specie aeternitatis”. Siempre que se
propone una nueva tarea, un nuevo aprendizaje, una nueva actividad lo hace
“bajo la perspectiva de la eternidad”. Es decir, si quieres hacer algo, imagina
que tienes todo el tiempo del mundo, no te acotes también el tiempo porque mi
experiencia es que la gente a los cuarenta ya no empieza nada porque no da
tiempo y efectivamente le llegan los cincuenta, sesenta, setenta, ochenta, noventa…
y no hizo nada durante cincuenta años porque no tenía tiempo.
A veces la excusa es que no hay
tiempo para ser realmente bueno en algo. Bien, pues igualmente te darán los
ochenta y no habrás hecho eso que querías ni bien ni mal, simplemente porque no
lo intentaste y pensarás como Shakespeare: "Malgasté el tiempo. Ahora
el tiempo me malgasta a mi".
Nos falla mucho el cálculo del
tiempo, pero quizás por encima de todo nos falla el enfoque o la perspectiva
del para qué hacemos las cosas. ¿Es que todo consiste en que seamos buenísimos
en algo? ¿Es que todo es para demostrar nuestro talento arrollador? ¿Es que
todo hay que hacerlo para deslumbrar al mundo? La verdad es que a veces apetece
mucho algo así, y también hay que intentarlo si es lo que te pide el cuerpo;
pero sino, hay que trabajar como los grandes sabios, con la conciencia de que
somos aprendices toda la vida.
El famoso pintor japonés
Hokusai, dijo de sí mismo:
“Desde la edad de seis años
tuve la manía de dibujar la forma de los objetos. A los cincuenta años había
realizado una infinidad de dibujos, pero todo lo que he producido antes de los
sesenta no vale la pena ser tenido en cuenta. A los setenta y tres aprendí un
poco acerca de la verdadera estructura de la naturaleza, de los animales, de
las plantas, aves, peces e insectos. Cuando tenga ochenta, por consiguiente,
habré hecho mayor progreso; a los noventa penetraré en el misterio de las
cosas; a los cien habré alcanzado, ciertamente, una etapa maravillosa; y cuando
cumpla ciento diez, todo lo que haga, ya sea un punto o una línea, estará
vivo.”
Mi recomendación es doble: olvídate del
tiempo, trabaja “sub specie aeternitatis”
y reajusta tus metas: el qué y el para qué. Decía Einstein que el tiempo es
relativo y la física cuántica lo corrobora. Da igual que no lo entendamos,
todos tenemos la experiencia de que hay momentos eternos, de que a veces se nos
para el tiempo y otras apenas corren las manillas del reloj. No pienses en términos temporales si eso
hace que te desanimes. Y respecto a las
metas, ¡qué mejor ejemplo que la del pintor japonés! Nunca vamos a alcanzar la
perfección, así que la mentalidad y perspectiva que nos conviene es la del
aprendiz. Somos aprendices toda la vida: y tenemos hasta el último momento para
seguir aprendiendo, mejorando, disfrutando…
IDEAS PARA
RECORDAR
No tenemos una única vida uniforme, podemos tener muchas e intensas hasta
el final.
No dejes que la edad sea un impedimento para empezar algo; entre otros
motivos porque nadie sabe el tiempo que tiene y -el que tenemos- siempre es
relativo.
Incorpora el lema latino: “Sub specie aeternitatis”. Mírate la vida bajo la
perspectiva de la eternidad.
Aprende de los grandes sabios que saben que somos aprendices toda la
vida.
Lánzate a lo que te apetezca . Si no lo haces te pasará igualmente el
tiempo y te arrepentirás.
Foto: MarCruzCoach
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