domingo, 7 de mayo de 2017

DERECHO A SOÑAR

“¡Rápido, rápido!, dijo el pájaro. Los seres humanos no pueden soportar demasiada realidad.” Eliot

Había oído hablar del derecho a la vida, del derecho a la inteligencia, del derecho a la justicia, a un trabajo digno…, pero el otro día escuché a Vargas Llosa hablar del derecho a soñar. Paré el video y lo volví a escuchar. ¡Derecho a Soñar! Sí, déjennos soñar, fantasear, imaginar, elucubrar, inventar…

Los sueños nos remiten a una posible evasión, pereza, alejamiento de la realidad, relajamiento, pérdida de tiempo, vacaciones… pero es una falsa evocación: porque no hay nada más útil ni más justificado que el derecho a soñar.

La capacidad básica para soñar es la imaginación, y la imaginación -en contra de otras ideas que corren por ahí- es lo que nos diferencia esencialmente de los animales. Seguramente junto a nuestra autoconsciencia.

Yuval Noah Harari (el prestigioso historiador y escritor) insiste en el poder de esta facultad porque gracias a ella los humanos podemos hablar de cosas que no existen: vamos al bosque a buscar unicornios o hadas.
Por el contrario, no podríamos convencer jamás a un mono de que nos diera una banana y que a cambio, le daríamos mil más en el paraíso después de que muriera. Ellos, a simple vista parecen más inteligentes, se dejan de chorradas de futuros posibles, pero la realidad es que nosotros hemos creado un mundo más complejo donde producimos incluso más bananas  de las que necesitamos. 

Los seres humanos sentimos la pasión de lo imposible que nos fascina.

El arte: ya sea la literatura, el teatro, la pintura o la poesía nos permite falsear la realidad y fantasear con ella; y en muchas ocasiones -gracias a ese falseamiento- podemos comprenderla mejor.

El hombre inteligente muy a menudo siente un malestar ante la realidad y entonces crea una obra que se puede traducir en desobediencia, rebeldía, subversión. Los inquisidores quieren controlar la creación literaria porque ven en ella elementos peligrosos.

Vargas Llosa insistía en que la literatura te enfrenta a un mundo mejor, más complejo, más profundo, donde se pueden alcanzar otros estados, cosa que no puedes hacer instalado siempre en la realidad mediocre. Eso crea malestar que no llega de manera lúcida a la consciencia pero que actúa.
Ese malestar nos hace desarrollar un espíritu crítico que impulsa a la renovación, a los cambios, a la transformación. El control histórico mediante la censura siempre nos lo ha querido limitar.

Pero a los humanos siempre nos apetece salir de nosotros mismos, ser distintos de los que somos. Fantasear, jugar con mundos posibles. La realidad nos aburre, nos cansa, nos crea insatisfacción.

Soñar y crear, pues, no es superfluo ni suprimible porque detrás del soñar, fantasear, escribir… está el malestar ante la realidad. Y ese malestar nos hace capaces de criticar lo existente y se convierte en el motor del progreso. 


Todos los cambios en la humanidad nacen como sueños; los sueños aterrizan en proyectos; y los proyectos se transforman en realidad a costa de un trabajo inmenso. Pero ése es el final del recorrido, el que ya no tiene ningún mérito. El primer gran mérito está en el sueño, totalmente fuera del tiempo y de la realidad. La humanidad gastó muchos siglos en su sueño por volar. Y cada uno de los proyectos que desarrolló para convertir en realidad ese sueño, fracasaron: recordemos tan sólo a Ícaro y a Leonardo. Hasta que llegó primero la visión más acertada del vuelo de los pájaros (planear mucho más que aletear), y por fin el proyecto viable: el de los aeroplanos, hoy llamados aviones. En menos de un siglo “aterrizó” y voló bien alto uno de los sueños más utópicos y eternos de la humanidad. Pero  por encima de estos avances científicos, están los sueños en materia de derechos humanos. Hoy, día de votación en Francia, es el momento ideal de recordar ese otro sueño eterno de la Humanidad: "liberté, fraternité, égalité".

Debemos defender nuestro derecho a soñar y desear. No con un objetivo hedonista, de gozar; sino con efectos para la vida en libertad, en la diversidad. Vargas Llosa dice que cuando nos extasiamos (ante una obra de ficción) no sólo gozamos un placer sino que estamos trabajando por el futuro libre y cambiante de la humanidad. Amén.

IDEAS PARA RECORDAR:
Los seres humanos no soportamos demasiada realidad.
Debemos reivindicar nuestro derecho a soñar.
La facultad básica para hacerlo es la imaginación y ésta nos permite imaginar mundos ficticios: más complejos, quizás peores, pero también mejores y en cualquier caso, distintos.
El malestar que se crea entre la realidad y la ficción es el motor del Progreso.
Cuando nos extasiamos ante una obra de arte estamos trabajando por un futuro libre y cambiante de la humanidad. Vargas Llosa

Foto: MarCruzCoach

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