”La mayor
forma de felicidad es vivir con un cierto grado de locura” Erasmo de Rotterdam
Foucault
hizo un análisis fabuloso de la historia de la locura donde mostraba cómo cada
sociedad creaba e interpretaba la locura a su manera. Con lo que al final
podríamos decir: dime cuál es tu concepto de la locura y te diré en qué sociedad
y en qué valores vives. Y es que, al fin y al cabo, la locura es un buen espejo
en el que mirarse. En otras palabras, es el contramolde de nuestros convencionalismos.
La
locura parece la única manera de poder salirse del sistema. Quizá por eso los
actuales libros de psiquiatría no recogen este término, sino el de enfermad mental con su respectiva clasificación de trastornos y síndromes. La etiqueta
médica permite tenerlos dentro del sistema. También, por supuesto, permite tratarles,
medicarles y ayudarles.
Esta animadversión al término locura,
tal vez sea debido, a que hacerlo nuestro sería aceptar que no lo controlamos todo, que no lo
sabemos todo. Y además, aceptarla significaría dejar un espacio de libertad. O ¿Acaso, no somos todos, en cierto sentido, unos
locos reprimidos? ¿No nos encantaría hacer alguna locura?
Os
recomiendo muchísimo a Foucault; pero como soy una clásica -también para mis
locuras-, me quedo con los análisis e ideas que escribió Stefan Zweig a
propósito de “El elogio de la locura”
de Erasmo de Rotterdam:
“Ella y sólo ella (la locura), con toda su
chifadura, da la felicidad al ser humano, y más cuanto más ciegamente depende
éste de sus pasiones y más irracionalmente vive, pues reflexionar y
atormentarse marchitan el alma. El placer nunca se encuentra en la claridad y
la prudencia sino en la embriaguez, la exaltación, el desmadre, el delirio. Un poco de locura forma parte de toda
verdadera vida y el justo, el clarividente, el que no se somete a las pasiones,
no representa en absoluto al ser humano
normal: “sólo quien está afectado de necedad puede llamarse verdaderamente
hombre.”
“La
razón siempre es una fuerza regulativa, nunca una fuerza creadora en sí misma.
De hecho, lo verdaderamente productivo siempre presupone algo de locura.”
¡Magníficos
los análisis de Zweig!
Está
claro que no podemos vivir en la locura: por eso, mi invitación en el fondo no
es tan loca. Invito a la locura pero en
su dosis justa, en la que cada cual necesite para sí mismo porque como ya dijo
Paracelso, es la dosis lo que diferencia el remedio del veneno.
Mi
propuesta es que escuchemos nuestras locuras porque quizá nos vuelve locos el
no poder expresar nuestra cordura. Quizás sólo en nuestras locuras nos
permitimos decirnos alguna verdad. Escuchemos esa fuerza irracional que
llevamos dentro porque tal vez descubramos que no es tan irracional. Sólo eso.
Quizás
las locuras como los síntomas de una enfermedad no son más que el primer paso
para una curación. Darles espacio nos puede curar porque nos permite decir a
gritos nuestra Verdad, nuestra más profunda Verdad, esa que todos llevamos dentro
y queremos domesticar. Pero no está loca. Al
final descubriremos que nuestra locura es nuestra cordura.
IDEAS PARA
RECORDAR:
La locura es un buen espejo en el que mirarse.
Cada sociedad, según sus propios valores, la define y la delimita.
Un poco de locura forma parte de toda verdadera vida.
Lo verdaderamente productivo siempre presupone algo de locura.
Nos vuelve locos el no poder expresar nuestra cordura.
Las locuras como los síntomas de una enfermedad son el primer paso
para una curación.
Foto: MarCruzCoach
Foto: MarCruzCoach
!Muy interesante! Realmente, a veces, somos unos locos reprimidos. Me gusta lo que dices.
ResponderEliminar