"La ligereza es una forma de elegancia.
Vivir con ligereza y alegría es dificilísimo”. M. Busquets
Cuando me visualizo feliz, siempre me
siento muy ligera: mi cuerpo no pesa, casi puedo volar: pura ingravidez. En esa
sensación el ego se diluye y me siento conectada a la naturaleza y al universo.
Me siento más sobreabundante, más generosa. Ya se sabe: la gente feliz siempre
es más generosa. En esos momentos, el éxito mundano resulta irrisorio: las
posesiones y las preocupaciones no tienen espacio en un alma ligera.
Este fenómeno (el de asociar la
felicidad a la ligereza) debe ser bastante universal y lo debemos tener
entallado en algún lugar de nuestro ADN, pues es habitual que cuando uno está
contento, vaya dando saltos. Los niños saltan mucho.
No siempre es fácil ser ligero: porque
la tristeza pesa, las preocupaciones pesan, las insatisfacciones pesan, la
seriedad pesa, la culpa pesa… Al final vamos todos cargando muchos pesos en
nuestras espaldas y pesadumbres en nuestra alma.
¿Qué cualidades tienen las pompas de jabón?
son breves y brillantes, llenas de colores, resultan mágicas, flotan, se dejan
mecer por el aire… no se aferran a la existencia, no sirven para nada, fluyen,
su existencia es gratuita … Lo que más me atrae de todo esto es que no tienen
un fin, no sirven para nada. Y ésta, y no otra, es una de las definiciones
claves de la belleza: no persiguen ningún objetivo. Las cosas son bellas porque
sí, nos atraen sin necesidad de saber por qué y sin ninguna justificación.
Leí conmovida, como una niña rusa
pobrísima fue a entregar un chal a una señora adinerada. La señora, además de
pagarle lo acordado, le regaló un ramo de girasoles. “Vivíamos soñando con mendrugos y aquella mujer supo percibir que
también éramos capaces de anhelar algo más.
Estás aislado, secuestrado por la miseria, y de repente te abren una
ventanilla…” Para esa niña, hubo un antes y un después en su vida. Gracias
a ese gesto, se sintió digna de belleza, de recibir algo que no sirve para
nada. Le hizo más feliz que un mendrugo de pan.
Y es ahí, en esos detalles y desde la
ligereza, que podremos apresar algunos momentos de felicidad. Hay un valor en
lo que parece superfluo: en aquellos objetos y gestos que no parecen tener una
finalidad muy definida. Por eso, me llaman mucho la atención las personas que
presumen de ser muy prácticas. ¿Prácticas? ¿Para qué? ¿Respecto a qué? (Hablo
siempre pensando desde un mundo donde las necesidades básicas estén mínimamente
cubiertas). Los publicistas y vendedores tienen esta información: saben que
somos mucho más manipulables en la compra de cualquier objeto que no sea de
primera necesidad.
¿Qué otras recetas nos aporta el
filósofo para ser ligeros y felices? El baile y la risa. Nos dice: “Yo no
creería en un dios que no supiese bailar” y más adelante… “no es con la cólera
sino con la risa con la que se mata el espíritu de la pesadez”.
El ser humano es el único animal que es
capaz de reír. En la risa hay: inteligencia, dobles interpretaciones, capacidad
de comprensión desde distintos planos, diversión, alegría, satisfacción,
crítica… La risa nos libera de las tensiones y de las interpretaciones más
dramáticas de la vida. Los beneficios físicos de la risoterapia están más que
contrastados.
Y, el baile, cómo no, es otro magnífico
medio para expresar nuestras emociones, para liberarnos de la seriedad, de la
pesadez, para sentir nuestro cuerpo, para conectar con lo que somos y con lo
que sentimos. Así que ya tenemos dos buenas ideas para acercarnos a la
felicidad: reírnos mucho y ponernos a bailar ahora mismo.
Me gusta la gente ligera, que no pesa,
que no va cargada con sus talentos, títulos, habilidades, posesiones,
virtudes. Sí, es bueno deshacerse de
todo, incluso de los talentos, porque incluso éstos pueden ser un estorbo y no
son más que un adorno del verdadero Ser.
Algo así dice Nietzsche y lo comparto.
En la sencillez, que no en la simpleza, hay mucha sabiduría.
Ser sencillo como una pompa de jabón es
complicado, pero hay que intentarlo porque como dice M. Busquets. “La ligereza es una forma de elegancia”
y yo añadiría que es también una expresión inequívoca de la inteligencia.
IDEAS PARA RECORDAR:
La ligereza es una forma de
elegancia y una expresión inequívoca de la inteligencia.
La gente feliz siempre es
más generosa.
Las cosas son bellas porque
sí, nos atraen sin necesidad de saber por qué y sin ninguna justificación.
El baile y la risa nos
ayudan a ser ligeros, y por lo tanto, a ser más felices.
En la sencillez, que no en
la simpleza, hay mucha sabiduría.
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