“Siempre puede haber alguien que haga las cosas
mejor que tú, pero nadie las hará como tú.”
Somos únicos y lo que yo puedo aportar nadie lo
puede hacer por mí. Tampoco somos excepcionalmente singulares, por eso, nos
parecemos bastante y acabamos diciendo o haciendo cosas bastante parecidas a
los demás. Pero, eso no nos ha de hacer enmudecer porque “cuando dos dicen lo mismo, pues no es lo mismo”, cada cual lo dice
con su tono, con su emoción, con su intensidad, desde su propio convencimiento.
Y, por supuesto, no nos tenemos que comparar.
Sallieri fue un gran músico, un gran
compositor, un hombre talentoso pero tuvo la mala/buena suerte de coincidir en
el tiempo con un genio como Mozart. Se
maldecía por no tener su talento. Debo confesar que, en algunas ocasiones, me
he sentido plenamente identificada con
Sallieri. El que pinta quiere pintar como Dalí, el que escribe como Cervantes,
el pensador, pensar a nivel de Kant… pero no todos estamos llamados a ser
genios. Tampoco está claro que serlo sea una bendición.
Así que tenemos que deshacernos (por aquello de
ser ligeros como decía en mi anterior post) de todos los complejos de
inferioridad que nos puedan atacar. Recuerdo que una amiga me decía “prefiero
ser una mala artista a no serlo en absoluto” y me parece una excelente
recomendación que cada cual puede aplicarse al área que le parezca. Yo estoy
haciendo mis pinitos en la escritura narrativa, simplemente como aficionada,
pero cuando presento algún ejercicio -que salta a la vista que no está escrito
por Shakespeare-, siempre me recuerdo este lema: “prefiero escribir algo a no
escribir en absoluto.”
La profesora de arte del convento de San
Agustín dice: no se trata de aprender para intentar ser como los artistas. Se
trata de encontrarte con esa parte de ti que ya es artista, que ya es creativa,
que ya tiene muchas cosas que decir.
Pintando, escribiendo, estudiando, haciendo
ciencia, ejerciendo cualquier profesión… no estamos obligando a nadie a que nos
compre los cuadros, a que nos lean, a que nos contraten como humoristas, como
eminencias. No podemos estar temiendo la opinión de los otros y, mucho menos
nuestra propia autocensura.
Como dice la conocida frase: “ no sé cuál es el
camino del éxito pero el camino seguro del fracaso es querer agradar a todo el
mundo”.
No podemos hacer las cosas pensando en lo que
gustará a los demás, pensando en si el resultado será exitoso o no. Hay que
hacerlas desde la autenticidad, la pasión, la honestidad y desde el corazón. No
podemos trabajar calculando resultados, suelen ser productos malos y pasajeros.
Pablo d’Ors decía que eso le pasaba a él con los libros: si pensaba en un
formato o contenido a priori, no salía nada. En cambio, cuando se dejaba
fluir…salía solo.
Otro Pablo, Pablo Picasso decía: “Yo no me desarrollo, yo soy”. Me encanta
esta frase porque detrás se esconde la magnífica idea de que ya, en el momento
presente estamos completos. Muchas veces vivimos pensando que estamos
incompletos, imperfectos, que podremos hacer tal o cual cosa cuando hayamos
acabado un curso, cuando tengamos un título, cuando hayamos hecho 100 horas de
prácticas…etc. Y, esta idea, nos tiene siempre hipotecando el presente. Estamos
esperando el momento perfecto (que no existe). Nos conviene recordar que “no tenemos que esperar el momento perfecto sino
hacer que este momento sea perfecto”.
Es importante convencernos de que ya podemos hacer lo que nos propongamos y
obtener resultados sin renunciar a la continua mejora, al continuo aprendizaje.
Es cierto, que a los seres humanos nos caracteriza la capacidad de aprender
durante toda la vida, y eso es una bendición que debemos aprovechar.
Además, si no lo hacemos, estaremos
retrocediendo porque entre el retroceder y el avanzar , sólo existe la nada. El
mantenimiento, el apogeo, sencillamente no existe.
Somos maravillosos y podemos hacer maravillas
ya en este momento, y eso no quita que anhelemos ser mejores. Como siempre, en
el punto medio está la virtud -que decía Platón- o todo es cuestión de dosis,
como suelo decir yo.
Lo que intentes ahora, saldrá con toda
seguridad y puedes hacerlo con el convencimiento de que si sigues esforzándote podrás obtener resultados más interesantes.
Quiérete tal como eres, sin renunciar a ser
mejor (totalmente relativo) o aspirar a otras metas, sin destrozarte por ello.
Está bien hacerle sitio al futuro en el presente: lo que no está bien es renunciar al presente
en aras del futuro.
IDEAS PARA RECORDAR:
Lo que tú tienes que aportar sólo
lo puedes hacer tú. Nadie puede hacer las cosas por ti.
No se trata de aprender para llegar
a ser como los mejores (totalmente relativo) sino de conectarnos en el presente
con esa parte de nosotros que ya es creativa, artista y brillante.
El camino del fracaso es querer
agradar a todo el mundo.
No esperes el momento perfecto para
hacer algo. Haz que este momento sea perfecto.
Poder aprender durante toda la vida
es una bendición: no renuncies a mejorar pero quiérete tal como eres.
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