“Mas sea verdad o sueño,
obrar bien es lo que importa:
si fuera verdad, por serlo;
si no, por ganar amigos
para cuando despertemos” Calderón de la Barca.
Andreu Buenafuente le preguntaba a un psicólogo invitado a su
programa: por qué en vez de dar recetas para ser feliz con libros de autoayuda
no se recomendaba o se daban ideas para que la gente fuera mejor persona. Para
sorpresa mía, el psicólogo se quedó “impactado” y sin respuesta, como si nunca
se lo hubiese planteado. Sin comentarios.
La bondad no tiene muy buena prensa porque la asociamos a
debilidad, flojera, cobardía y sobre todo a necedad y bobería.
Realmente cuesta
entender en qué momento una virtud como la bondad sufrió esa transformación.
Creo
que se debe a que la bondad es la cualidad más excelsa que podemos ejercer, la
más humana, la más alejada de la animalidad y la más alejada de la ley del más
fuerte. Y el problema es que la realidad no se rige siempre por esas normas. Vivimos
siempre a caballo entre un mundo regido por leyes justas con azotes de la ley
de la selva. La bondad es la cualidad que triunfaría en un mundo justo, pero a
veces se ve golpeada si se ejerce en un mundo injusto. De nuevo la paradoja,
porque todos queremos (se supone) un mundo mejor y para ello cada uno de
nosotros debe cumplir su parte.
La bondad está en las antípodas de la flojera, tiene una fuerza y
un poder de transformación inmenso. ¿Quién no recuerda cuando -en Los Miserables-
el Obispo Bienvenue Myriel dice a la policía que él había regalado a Jean Valjean
la vajilla de plata (cuando en realidad la
había robado) e incluso le añade dos candelabros más que dice haber
olvidado dárselos? Ese gesto de generosidad fue el punto de inflexión para que
Valjean se convirtiera en un hombre justo y bueno. Lo más inteligente es vencer
el Mal con el Bien y no sólo en las películas o en las novelas.
En mis prácticas de coach realizamos el ejercicio de “conectar con
tu niñ@ interior”. Es una práctica para intentar conectar con tus fuerzas más
primigenias, con tu esencia, con tu yo más libre. También para mi sorpresa, los
terapeutas se sienten defraudados si conectas con tu bondad. Ellos están
esperando que conectes con tu mujer salvaje, que conectes con energías
transgresoras. Pero ¿hay algo más salvaje que la bondad?, ¿hay algo más
transgresor e impactante que hacer el Bien?
James Rhodes, mi pianista problemático, diagnosticado con todas
las enfermedades mentales conocidas, siempre dice que Bach le salvó la vida,
pero añade: Bach y “todas las personas buenas y generosas que me encontré en mi
camino”. Así describe a su mejor amigo (y terapeuta): “Hay poquísimas personas
en mi vida que sean siempre capaces de reaccionar a mi locura con bondad. Él es
una de ellas”.
Y así habla de su esposa: “Su voz estaba llena de ánimo, amor,
compasión… con la sonrisa más bondadosa
y más amable que había visto en mi vida, joder”.
Sí, estoy de acuerdo, la bondad es bestial, la bondad es
seductora, la bondad tiene efectos pontentísimos, la bondad transforma a las
personas, la bondad cura, la bondad nos impacta. Es el ingrediente básico que
nos permite seguir soñando con un mundo mejor.
Es que el mundo de la “felicidad” es un mundo de tierras movedizas.
Si no se define bien, se puede confundir con un bienestar burgués, blandengue y
superfluo. Nos podemos encontrar alabando un hedonismo estéril. En cambio el
Bien, hacer el bien es tomar un camino que siempre nos eleva.
Veía con mis hijos una película de Kun fu y el gran Maestro les
decía a sus pupilos: “que el mundo no sea justo no quiere decir que tú no seas
capaz de distinguir entre lo justo y lo injusto, entre el bien y el mal”. Es
que hacer el Bien, perseguirlo, actuar justamente debería ser el gran aliciente
de nuestro caminar por la vida.
Sí. ¡Qué ilusa! -estarán pensando algunos. Pues, no. No lo soy.
Las cosas son así. Y ya los grandes sabios lo tuvieron claro. El gran
Aristóteles sabía que sólo persiguiendo el Bien Supremo, se alcanzaría la
verdadera felicidad. Otra cosa es que ahora no seamos capaces de grandes
ideales. Otra cosa es que ahora la palabra “virtud” nos suene a chino. Pero sí:
realizar las actividades de acuerdo a tu razón, perseguir la verdad y actuar
haciendo el Bien, son las mejores recetas para el camino.
Así que, a bote pronto, el “sé bueno” de nuestras abuelas -un
clásico de toda la vida- me convence bastante como un posible estribillo en
nuestras vidas.
IDEAS PARA RECORDAR:
La bondad es la cualidad más excelsa que podemos ejercer, la más
valiente.
Está en las antípodas de la flojera o la bobería.
Es transformadora, seductora, y terapéutica.
La bondad nos permite seguir soñando en un mundo mejor.
La idea de felicidad nos puede confundir; hacer el Bien, en
cambio, siempre nos eleva.
“Sé bueno”, un excelente estribillo para nuestras vidas.
Foto: Mt. Santa Rita
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