«Imitad a estos ahora vosotros, cifrando la
felicidad en la libertad y la libertad en la valentía, sin inquietaros por los
peligros de la guerra». Oración fúnebre de
Pericles
La cara al vent… Así reza la canción del
conocido Raimon. La imagen me sugiere valentía, ir a pecho descubierto, no ir
con la fuerza del viento sino contra él, plantándole cara, diciéndole: “sé que
me puedes empujar, tumbar, pero aquí estoy yo”. Y sí, por suerte no siempre
tendremos que luchar contra la violenta tramontana, que cederá su lugar a la
brisa en la cara. Y ése será un gran placer, será esa manera agradable de
disfrutar de esta maravillosa vida buscando la luz, buscando la paz, buscando a
Dios…
Mi admiración por la valentía y el
coraje sobrepasa incluso mi debilidad por la inteligencia, porque en la
inteligencia no siempre apreciamos calidad moral. Seguramente por una mala
definición de lo que es realmente la Inteligencia, yo nunca he dado por buena esa idea de que se
puede ser muy inteligente y malo; sí se puede en cambio ser listo, astuto y
malo. La inteligencia con mayúsculas tarde o temprano nos tendrá que llevar a
entender que una actuación inteligente debe llevar siempre a la búsqueda del
Bien. Quizás en esto soy muy socrática, “quien conoce el Bien, no puede hacer
otra cosa que obrar bien”. Las malas acciones son siempre fruto del
desconocimiento, de la falta de verdadera inteligencia. Hoy está de moda decir
que son fruto de la enfermedad… que al fin y al cabo no es otra cosa que
debilidad, falta de virtud y falta de coraje: renuncia a combatir.
Por eso siento el coraje por encima de
la inteligencia. Coraje que viene de “cor” (corazón) que es la fuerza y la
seducción de todo lo que nos viene de los instintos: infinitamente más potente
que lo que nos venga del razonamiento. Es que al fin y al cabo es imposible
luchar contra la fuerza de los sentimientos. Ante éstos, la razón y la
inteligencia son impotentes.
La razón no es más que una fuerza
regulativa, que pone orden o intenta ponerlo; pero yo diría que casi al margen
de la realidad, el orden es siempre ficticio, mientras que la pasión es siempre
real y configura su propia realidad sin necesidad de explicaciones.
Por eso nos seducen los héroes: no por
listos, sino por valientes. Y el mundo está mucho más huérfano de valientes que
de inteligentes. Nos hacemos borregos por cobardía; no nos va bien en la vida
por cobardía; no tenemos éxito por cobardía (el que no se arriesga, nunca
fracasa); no somos felices por cobardía; no plantamos cara a la vida por
cobardía.
Y ¿qué es ser valiente? Valiente es el
que se sabe libre, el que asume que siempre tenemos opción en la vida porque
entre otras cosas siempre podemos optar por la incomodidad, por la pobreza, por
la cárcel, por el dolor y por la muerte. El que opta por no sufrir daños
colaterales, no nos seduce.
Sabiéndonos una especie adaptativa,
sabiendo que nuestro cerebro tiene como primera y casi única misión nuestra
supervivencia, vernos a nosotros mismos traicionando ese principio básico nos
produce la mayor de las satisfacciones. Nos gusta saber que si queremos, nos
adaptamos; y que si no nos da la gana, nos suicidamos. La adaptación nos parece
razonable; la posibilidad de ir contra ella, inenarrable. Quizás eso explica el
éxito de algunos movimientos sociales y de sus líderes.
Lo mismo ocurre con el amor: nos
satisface adoptar como imagen perfecta del amor, dos enamorados haciéndose carantoñas,
o una madre dando besos a su bebé. Pero lo que realmente nos conmueve es cuando
ese amor de alguna manera implica una autonegación y muchas renuncias. Lo que
nos maravilla no es ver una madre acariciando a su hijo, sino verla capaz de
trabajar doce horas al día para darle de comer: renunciando a muchas de sus
necesidades para cubrir las del hijo.
No es casualidad que nuestros mitos,
nuestra literatura, nuestro arte, nuestra música con muchísima insistencia nos
narren historias épicas de personajes épicos que fueron capaces de olvidarse de
todo aquello que parecía simplemente razonable y prudente.
IDEAS PARA RECORDAR:
- Intenta pensar tu felicidad en base a tu libertad, y ésta en base a tu valentía. Sin inquietarte por los peligros de la guerra como dice Pericles.
- Plántale cara a cualquier viento huracanado que aparezca en tu vida. A veces tenemos suerte y gozamos simplemente de una suave brisa.
- Debemos entender que una actuación verdaderamente inteligente debe llevarnos a la búsqueda del Bien.
- El coraje es la fuerza y la seducción de todo lo que nos viene de los instintos.
- El orden es siempre ficticio, mientras que la pasión es siempre real y configura su propia realidad sin necesidad de explicaciones.
- El mundo está huérfano de valientes.
- Lucha por tener un corazón de león.
Foto: MarCruzCoach
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