“No sucumbas a la moda.
El poder siempre quiere rebaños”. Albert Boadella.
Hay a quien la propia
inercia ya le sirve para vivir y la realidad no le reta a grandes reflexiones.
Y como hay libertad incluso para no pensar, pues no necesita hacer nada más,
porque ya está ejerciendo su derecho. Esto le permite vivir en la seguridad de
que formando parte consustancial de la masa y recitando a coro con ella los
eslóganes y mantras que la mueven, jamás tendrá que enfrentarse a ningún
enemigo ni tendrá que explicarle por qué cree lo que cree y hace lo que hace.
¡Qué gran alivio!
Pero el que uno no
piense sobre los hilos que nos mueven, no quiere decir que esos hilos no
existan. El hecho de que los virus no sean perceptibles a mis ojos (como
tampoco lo son las realidades ante las que cierro los ojos), no quiere decir
que no tengan capacidad para infectarme.
Personalmente prefiero
a los que no se interesan por saber quién mueve los hilos ni para qué, a los
que se creen librepensadores y jamás en su vida han pensado libre e
individualmente: son los que casualmente andan enfrascados en las mismas
preguntas y con las mismas respuestas que la gran masa de sus conciudadanos.
Vivimos una época que
no enaltece al héroe individual ni la singularidad. Ya no se ensalza lo épico,
ni la valentía, ni el coraje, ni el mérito ni la excelencia: conceptos demasiado
clásicos para el gusto de las modas progres actuales.
Ahora están de moda las
masas, las grandes manifestaciones multitudinarias, preferiblemente uniformadas
(de civiles, pero rigurosamente uniformados), las acciones conjuntas, el
pensamiento único. ¿Y qué persiguen esas masas? Las masas sólo ansían cosas al
alcance de todos, es decir, ser amasados en la mediocridad: no quedar fuera.
Pero si hemos llegado
hasta aquí como individuos y como civilización, ha sido gracias a que nuestros
mitos y nuestros ritos antiguos nos mostraban los hechos esenciales de nuestra
vida hablando del dolor, del miedo, de la belleza, de la prudencia, de la
inteligencia, de la muerte, del amor, de la libertad… Nuestros mitos,
quintaesencia de la realidad colectiva por encima del tiempo y del espacio, y
los ritos en que nos trascendíamos, no eran mero espectáculo sino auténticas
citas del hombre con lo Sagrado. Hombres concretos, por cierto. La historia no
la han marcado las masas sino las personas que crearon las ideas con que volver
a amasar a las masas: para crear con ellas otros panes y otras tortas.
Así que os invito, a
defenderos de la modernidad, de las modas, de lo que se considera “buen gusto”;
porque como dice el gran comediógrafo Albert Boadella, es bueno llevar la
contraria a las masas. Haciéndolo así, atreviéndonos a equivocarnos por
nosotros mismos, tenemos más probabilidades de acercarnos a la Verdad.
Y actuando así será
inevitable acabar teniendo enemigos, pero éstos son muy recomendables. Uno no
es nadie si no los tiene. El juglar nos los recomienda encarecidamente.
Frente a las ideologías
de masas prefiero ensalzar las culturas de héroes individuales, con
responsabilidades individuales, héroes valientes, con coraje que nos inviten a
la libertad y a la responsabilidad.
Hay movimientos en la
actualidad que han conseguido una gran masa de seguidores pero no acaban de
ampliar esa base social. Yo sé por qué, porque no tienen ni una sola
personalidad individual valiente, inteligente, con coraje y heroica que les
alumbre. Todos unos cobardes.
IDEAS PARA RECORDAR
Están de moda las masas
y el pensamiento único.
Prefería otras épocas
donde se enaltecía al héroe individual.
Los ritos y los mitos
de altura, no los relatos de moda, no son espectáculos sino auténticas citas
del hombre con lo Sagrado.
La historia no la
marcan las masas sino los que crean las ideas con las que se los amasa.
Hay más probabilidades
de acercarse a la verdad si huyes de las modas.
Uno no es nadie si no
tiene enemigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario