"La sabiduría consiste en saber quién eres y, al mismo tiempo, decidir quién quieres ser". M.M.Cruz
Haciendo un poco de
retrospectiva me parece evidente que el tema recurrente de todos mis posts es: la
conquista de uno mismo. Lo había dicho con diferentes expresiones y como
solución a diferentes conflictos, pero esta expresión extraída del pensamiento
de Carl Jung me parece gloriosa. “La conquista del sí mismo”. No tenemos nada
mejor que hacer, es lo único que podemos y debemos hacer.
Magnífica la idea de la
conquista, porque en ella hay implícito un trabajo, un esfuerzo, una estrategia
y, al mismo tiempo, incluye el deseo por aquello que quieres hacer tuyo. Tienes
que desearte y tienes que ponerte a trabajar para conquistarte. Debes
autoseducirte.
Y luego viene la
segunda parte, el "sí mismo”, que para seguir con la terminología de Jung, implica la superación del Yo. Ser uno mismo, es ir más allá de tu ego,
ir más allá de tu yo consciente… es permitirle a tu esencia que se despliegue
en su máxima dimensión.
¿Qué necesitamos para
esta conquista? He hablado de estrategia, trabajo, esfuerzo, deseo y autoseducción.
Pero necesitamos saber dónde hallar ese “Sí mismo”.
El individuo moderno ha
hecho desaparecer el sentido de la trascendencia y tiende a identificarse
exclusivamente con su parte consciente y material. Así no hay manera de
encontrarse.
Tenemos que saber que
el "sí mismo" se manifiesta en el "yo" pero hay una parte que nos queda oculta. Ésa
es la parte que hay que conquistar. Son ésas las simas que tenemos que
explorar: porque no me refiero sólo a deseos ocultos que podríamos asociar al
inconsciente freudiano, estoy hablando de ese lugar interior lleno de
posibilidades, de belleza y de trascendencia.
Lo que nos queda oculto
de nosotros mimos (¡somos una especie bien curiosa!) lo percibimos como un caos,
como una maraña de sensaciones, ideas, sueños, deseos, versiones ocultas de
nosotros mismos, intuiciones… y la gran noticia es que a todo ese caos podemos
darle formas bellísimas, podemos construirlo, darle nombre. Por eso, quizás en
vez de conquista podríamos hablar de creación.
Mi maestro Sensei, ese
personaje que aparece de vez en cuando en mis posts y al que le atribuyo una
gran sabiduría, siempre es más desmedido y ambicioso que yo: él apuesta
absolutamente por la creación -y por tanto por la poesía-, visión
alucinada y alucinadora, audacia creativa, ilusión (de la familia de
"lúdico"), pálpito vital. Es salirte de lo que eres: es ser de lo que
no hay. Por eso descubrirse le parece poco, le parece una modesta emanación del
inconsciente (más bien del consciente impuesto) colectivo.
Yo
-que tengo un espíritu muy conciliador- veo compatible la conquista y la
creación. Me parece imprescindible tener un espíritu conquistador, deseoso de
aventura, dispuesto a descubrir lo que hay en tu caos, en tu pálpito vital, en
tu visión alucinada y con eso ponerte a crear, a diseñar tu “Tú mismo”. Pero,
nunca será una creación absoluta, una creación de la nada; por eso, habrá una
primera fase de acercamiento, de conquista, de conocimiento y una segunda fase
de creación. Haz de ti mismo la mejor obra de arte, sé audaz y atrevido, teje
tus alas con la confianza de que puedes volar más allá de lo que ves.
La
sabiduría estaría en saber conciliar el conocimiento y la creación, el yo
consciente y el trascendente. Saber quién eres y al mismo tiempo decidir, quién
quieres ser.
IDEAS PARA RECORDAR:
La
conquista de uno mismo es una gran tarea.
Es
una conquista porque necesitas una estrategia, esfuerzo, trabajo y un gran
deseo por conseguirlo.
¿Dónde
buscar el “sí mismo”? Más allá del Ego y de tu Yo consciente.
Sin
el sentido de trascendencia no hay manera de encontrarse: busca en tus sueños,
tus intuiciones, tus emociones, tus deseos.
El
“sí mismo” también hay que crearlo (no sólo encontrarlo). Esto es una gran
noticia.
Alienta
tu caos, tu visión alucinada, tu pálpito vital, sal de lo que eres, atrévete a
ser de lo que no hay.
La
sabiduría estaría en saber conciliar el conocimiento y la creación, el yo
consciente y el trascendente. Saber quién eres y, al mismo tiempo decidir, quién
quieres ser.
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